El kirchnerismo
Creo que
primero hay que dejar dicho que no hay una caracterización posible del Kirchnerismo
si ésa caracterización pasa por definir un “modelo” acabado, y encuadrado en
terminologías y estructuraciones previas. Al menos desde sí mismo, desde su
interior.
Así, desde
el exterior del proceso se lo clasifica como “populismo”, más bien desde la
derecha, o como “bonapartista” desde la izquierda, y hasta desde el trotkysmo
como “bonapartista sui géneris” sugiriendo una diferencia entre éste modelo y
el bonapartista clásico.
Al no
encontrar definiciones del modelo dadas desde el mismo, ni un encuadre político
definido en las categorías asimilables (y asimiladas por los asimilados por el
sistema) corre el riesgo de ser confundido en todo o en parte con las mismas
confusiones que generó en su época el “modelo” peronista clásico, el proceso
que transcurrió desde el ´45 al ´55.
Es más, su
impronta, su devenir, durante el cual consigue ocupar el centro de la escena
política, y ocupar desde ahí un peso gravitatorio determinante, (al extremo de
que ha desaparecido la política como tal en el sector opositor, que ha
terminado arrinconándose a sí mismo en un ejercicio mántrico de negación
vocacional), tiene mucho más que ver con los disparatados pronósticos acerca de
las “intenciones” del modelo que con las prácticas concretas del mismo.
Los otros
días leí una frase que ejemplifica esto que digo: “los fascistas que acusan a
éste gobierno de trosko, aplauden a los troskos cuando acusa a éste gobierno de
facho”.
Una
situación similar a la que produjo en su momento la Unión Democrática ,
y que nos obliga a intentar entender cuál es, realmente, el nexo entre el
primer peronismo y el kirchnerismo.
Volviendo
al principio, entonces, tendríamos que poder ver en los dos procesos un
fundamental y fundante proceso de rebelión. Una resistencia a dejarse encuadrar
en categorías ajenas, inventadas y poco útiles en la praxis, una negación obcecada
(e inentendible desde afuera) de todas las ideologías, en tanto y en cuanto son
(y en la no percepción de éste hecho, las izquierdas son doblemente culpables
por omisión) como toda superestructura, una justificación de la dominación.
Alpargatas
sí, libros no!!!
Como todo
país subdesarrollado, para utilizar “categorías” previas, éste es un país donde
la realidad es analizada con categorías prestadas desde afuera. La ideología
ocupa un papel preponderante por sobre la realidad.
Es triste,
obviamente, ver que capitalistas que vieron duplicar el PBI en diez años, o
zurdos que vieron disminuir a la mitad la mortalidad infantil, se quejen de una
década perdida.
Se hace
necesario resucitar el viejo espíritu del empirismo inglés, aquél que decía:
“lo refuto así!” y pateaba una piedra. Pragmatismo, se llamaba.
Hay en los
dos procesos, el primer peronismo y el k, una similar elección a favor del
pragmatismo, de la negación de ideologías, que desconcierta al resto de los
políticos. En los dos procesos, es sintomática la acusación de fascismo desde
la izquierda y de izquierdismo desde la derecha.
En los dos,
es posible notar las huellas de la “enajenación” que denunció Marx. Una
asunción tal del discurso dominante que nos ciega a ver la realidad. Y por lo
tanto nos impide constatar en la práctica qué es lo que realmente nos conviene,
como sociedad.
Un proceso
recurrente, y recurrido
Un proceso
remanidamente recorrido
Marx decía
(y el primero en decir que se equivocaba fue Lenín) que solamente las
sociedades capitalistas avanzadas podrían aspirar a llegar al socialismo. Marx
no hacía predicciones, asentaba lo que le parecía que era, y definía
tendencias.
No me voy a
referir aquí a Lenín, y a su intento pretendidamente marxista de saltarse al
marxismo y a desobedecerlo intentando construir un socialismo en un país casi
feudal de ínfimo orden de desarrollo
capitalista.
Solamente
quiero anotar que tanto a Marx como a Lenín se les pasó por alto una cosa.
Desde el capitalismo en tiempos de Carlitos hasta ahora, ha surgido una cosita
nueva. Los países que aún no sabían qué carajos era el capitalismo en 1848,
ahora están desarrollándolo. [1]
De seguir
las cosas como hasta ahora, en unas décadas EEuu y la CE habrán sido dejadas de lado
como motor de la economía mundial capitalista. Algo que Carlitos no previó.
Es que
aparte de estudiar los cártels y otros horrores posibles del desarrollo
capitalista, ni a Lenín estudiando el imperialismo se le ocurrió que los países
capitalistas periféricos podrían llegar alguna vez a cuestionar el orden
imperial desde el desarrollo de su capitalismo.
Pero es que
la reacción no tanto ideológica, sino pragmática, de los países de
Latinoamérica ante el avance del Neoliberalismo, los pone en una situación tal
que pueden, desde ahora, cuestionar al FMI, el Banco Mundial, y otras
ridiculeces.
La
verdadera fuerza del Kirchnerismo está en realidad, no tanto en la lucha de
clases a nivel nacional, sino en la encarnación nacional de un movimiento
supranacional de rebeldía.
Su
verdadera fuerza está en la asunción de millones de trabajadores de toda
Latinoamérica de que la lucha es justa, y necesaria.
No hay
ningún otro partido en Argentina que tenga una respuesta a eso.
La
ideología? Bien, gracias…[2]
Dado el
ordenamiento mundial en que algunos países producen productos industriales y el
resto solamente materia prima, la misma extensión del capitalismo (incluídas
sus estrategias para bajar el costo del trabajo con la deslocalización migrando
a la periferia su producción industrial,
que es algo así como una contradictio in adjetio) lo que consigue en realidad
es mutar ésa situación primaria sobredeterminante (los países centrales
produciendo industria, los periféricos materia prima) en otra en la cual la
producción capitalista se ha transformado en un fenómeno global. (uno de los
fenómenos poco mencionados de la globalización).
Desde el
momento en que los países periféricos comienzan a poder producir productos industriales,
hasta el momento en que se dan cuenta de que pueden independizarse de la
sumisión previa, e intercambiar sus producciones primarias y coordinar entre sí
sus producciones secundarias (fabriles) es que el centro sale sobrando. El
intercambio Sur-Sur.
Ahí
comienza la verdadera crisis final del imperialismo. Ahí es donde empieza la
revolución. Quizás no sea todavía LA revolución, pero es un paso delante de los
pueblos que preanuncia el sentido de LA…
Negri en
sus confusos escritos plantea (obvio, confusamente) un nuevo centro
descentralizado de poder. Colonizado como está, pobre, no alcanza a imaginar
que la desaparición del centro es la negación más cabal de su famoso imperio.
Un ejemplo
claro lo da Venezuela. Se ha escrito mucho sobre Chávez. (incluso yo he escrito
más de una página al respecto). La verdadera dimensión de su figura es tan
rebelde como él mismo, y no es susceptible de ser limitada a una sola foto.
Como otros próceres latinoamericanos, como pasó con San Martín, Bolívar, Perón,
Fidel o el Che Guevara, su verdadera dimensión está más bien en el futuro. En
la revolución.
Pero Chávez
es solamente aprehensible desde la fundación de la OLP. Lo que representa,
finalmente, es la herencia de ése movimiento venezolano que supo (pudo)
articular el primer trust en contra de los trust. En ése aspecto es típicamente
venezolano, e inequívocamente bolivariano.
Tanto la
fundación de la OLP
como el asalto a Ban Ki Moon en la
Onu por la epopeya de Morales con su avioncito, son parte de
un proceso, el mismo que intenta describir Negri sin entender realmente de qué se trata.
Dejemos de
usar palabras raras y difíciles. Se están comiendo su propia medicina…
Esa actitud
pragmática desorienta…
Por eso, la
verdadera actitud política superadora del “populismo” imperante en
Latinoamérica pasa por profundizar esa lucha, no por negarla y volverla atrás.
Esto nos
deja en un lugar interesante. Una alternativa a la dirección actual
latinoamericana, desde nuestro país, obviamente tiene el deber de definirse
primero con respecto a ésa dirección latinoamericana.
Desde la
derecha, la opción que tomarían es obvia. Volvemos a un Mercosur lavado y
dedicado solamente al intercambio de productos, en donde se deja “en libertad”
a sus países constituyentes de subrogar tratados de libre comercio con otros
países o regiones (el Alca redivivo) y se desarma cualquier montaje tendiente a
funcionar como bloque económico, político e ideológico alternativo ante el
poder imperial.
Se va para
atrás con Unasur, y se relaciona uno con Maduro, Correa y Morales como casi con
una cierta dosis de vergüenza. Lo hemos visto antes, la Argentina como punta de
lanza de un europeísmo que considera al resto de América Latina como una
vergüenza olvidable.
Y desde la
izquierda? En nombre de una futura Federación Socialista Latinoamericana se
hace lo mismo que haría la derecha?
Los límites del
Kirchnerismo y los límites del Unasur
El límite
más duro es el que tiene que ver con su perduración. En el 2015 el proyecto se
acaba, al menos se acaba la
Cristina , dado que es imposible optar a la re-reelección.
Cuando subió Illia a la presidencia, con el 20% de los votos, estaba claro que
su asunción era posible solamente encaramado en la negación de más de la mitad
del pueblo argentino, al que se le prohibía votar. Con el asunto de la re
reelección se oculta el hecho innegable de que en la próxima elección, si fuera
Cristina, se llevaría más del 50% de los votos. [3]
Cuando
asuma el próximo presidente argentino, se dará probablemente una situación
semejante.
Opuesta por
el vértice a la de Illia.
A ver, nos
enfrentaremos seguramente a una crisis de gobernabilidad.
Pero la de
Illia, con ser tan parecida en los números con la asunción del Néstor, tiene en
su genética esa cosa distinta. Cuando Néstor asumió, con similar porcentaje de
votos, la crisis de gobernabilidad la tenía detrás. Cuando asumió Illia, la
tenía detrás y también adelante.
Volviendo a
la caracterización zurda, era un intento de crear un bonapartismo, pero con un
Bonaparte que se parecía tanto al original como Raskolnikov. O bueno, como el
buenudo de Illia.
Se ha
definido al peronismo clásico como un intento de crear un estado de
“conciliación de clases”. Más allá de que es una manera distinta de decir que
es un bonapartismo, en la medida en que podemos ver la diferencia entre las dos
definiciones, es en la medida en que nos comenzamos a alejar de la
caracterización marxista, según la cual un estado de conciliación de clases no
puede existir.
Y ahí es
donde empezamos a pisar terreno inexplorado. Volvamos a la definición de
bonapartismo. Un estado bonapartista es fruto de un retroceso del poder del
estado capitalista clásico. Al no poder, al no poder continuar con la opresión
capitalista clásica, para evitar la revolución se genera éste tipo de estado,
que se coloca a sí mismo como un súper poder, que ordena al mismo tiempo a los
capitalistas y a los trabajadores, repartiendo la riqueza producida de una
manera más equitativa, para contentar a los trabajadores y evitar que asalten
el estado y se adueñen del poder, mientras garantiza a los capitalistas, sino
una tasa de ganancia creciente, al menos la continuación del sistema, mientras
el capitalismo acumula fuerzas y se repone de la derrota.
Permitiéndole
con el paso del tiempo retornar al poder.
(Cualquier
semejanza con la realidad es pura coincidencia).
En pocas
palabras, el estado bonapartista es un estado de excepción, una anomalía. Un
estado de poca duración. O es derrotado por los trabajadores, y se hace la
revolución, o es derrotado por los capitalistas, y se impone nuevamente el
estado capitalista normal.
Desde esa
óptica, es obvio que los zurdos están armando quilombo para voltear al estado y
hacer la revolución, y la derecha está armando construcciones mediáticas, destituyentes
y financieras para derrotarlo y volver a los ´90s.
Entonces
qué hacemos? Cerramo el boliche y nos volvemo pa las casa´?
Volviendo
al terreno inexplorado. Primero veamos qué pasó antes. Qué respuestas se dieron
los distintos bonapartismos. En el ´17 en Rusia se consiguió hacer la
revolución. Se destituyeron los restos del estado capitalista y se pretendió
poner en su lugar un estado obrero.
Tuvimos
algunos problemas con eso. En primer lugar, los obreros que tenían que dirigir
la revolución murieron todos defendiéndolo en la guerra civil. Y los que
quedaron vivos se encontraron con que les faltaba capital. Hicieron lo que
pudieron, pobres, no es cuestión de ensañarse con su idealismo, pero… hicieron
un capitalismo… de estado, que no tenía nada que ver con el socialismo. Cuando
por fin se dio en el planeta la oportunidad de hacer la revolución, en el ´30,
colaboraron activamente para frenarla, traicionándola.
En el fondo
es chistoso, (si alguno puede ser tan desalmado de verle la gracia). El marxismo
científico se fundó criticando al utópico, porque Fourier y demases hacían
fábricas “amables” y cooperativas que mientras no consiguieran hacer la
revolución a nivel del estado nacional no podían sobrevivir. Rusia consiguió el
poder estatal, pero le pasó lo mismo.
Con la
crisis del ´30, surgieron otros varios bonapartismos. Para ejemplificar en uno,
vayamos con Roosevelt.
A ver, en
1930 había pasado mucha agua bajo el puente desde 1848. En el ´48 bastaba poner
un galpón, un par de máquinas y poner a los obreros a hilar las 36 libras de algodón para
ser capitalista.
En el ´30,
para fabricar Ford T, hacía falta poner una acerera, hacer canales en los lagos
para los barcos que traían el hierro y el carbón, poner adentro del galpón la
correa Taylorista y la producción no era rentable si no se producían miles de
unidades.
La solución
“New Deal” de Roosevelt consistió en reconocer que tanta guita en inversión
ameritaba subirle el sueldo a los obreros. Con esa guita los obreros podían
comprarse los FordT, (500 dólares el auto, jaja) la cocina a gas, la heladera y
después la
tele. Se
llamó consumismo, y apenas se terminó la 2da guerra nos abocamos a eso.
Hoy
volvemos a estar en crisis, como la del ´29 pero pior. Y ni revolución marxista
ni New Deal aparecen a la vista.
Los
límites del sistema
El fin de ciclo kirchnerista o el
fin de ciclo capitalista?
Claro,
volvamos entonces al principio. Si en algo se parece el primer peronismo al
kirchnerismo es en postular ese estado de “conciliación de clases” pero con un
signo opuesto al bonapartismo. El “modelo K” quiere definirse a sí mismo como
un tipo de estado perdurable.
Eso es
inédito desde lo teórico. Aún hoy. Su inediticidad está pesándole como una losa
si lo vemos desde afuera. El buenudo ya no es Illia, es Massa. En vez de Lenín
está Altamira.
No podemos
verlo porque no podemos pensarlo.
Pero
funciona.
Su entidad
discutible desde lo teórico es indiscutible en la práctica. Qué otro modelo
queremos? El colombiano? El chileno?
Quién va a
ser nuestro próximo presidente? Massa o Altamira. Cuánto pueden llegar a durar?
Digo, si
sube Massa lo voltea el pueblo, si sube Altamira lo voltea el imperio…
Reflexión final
Tamo´en el horno
Si el
“modelo K” es bonapartista, es bonapartista desde una desaparición del estado.
El famoso “que se vayan todos!!!”.
Si el
“modelo K” aspira a ser modelo perdurable, primero tiene que generar una
ideología que lo sustente, una epistemología. (ufa, ya sé, volvimos a las
palabras raras).
Sería grave
si no fuera que las epistemologías y las ideologías que lo enfrentan no son
válidas.
La crisis
que enfrentamos nos obliga otra vez a plantearnos una pregunta.
Volvemos a
Lenín? Hacemos la revolución acá y nos olvidamos del resto? Volvemos a Menem y
hacemos un capitalismo acá y matamos al resto?
Al fin y al
cabo, tantos trabajadores no necesitamos ahora. El trabajo lo hacen los robots
y demases máquinas. Los demás trabajadores salen sobrando…
Quién va a
ser la voz de todos esos que sobran?
Y no es el
único problema. El otro gran problema es que el capitalismo subdesarrollado y
cipayo en toda latinoamérica no puede ver un modelo alternativo de desarrollo.
Y no va a participar más que de la manera en que ha participado siempre, desde
Caseros hasta ahora. Oponiéndose, boicoteándolo y tratando de voltearlo.
La razón ya
la vimos, una vez que el estado es reconstruído de sus ruinas, quieren volver a
subir y manejarlo a su antojo. Volver a poner el estado a cumplir la función
que ya le adjudicó Marx. No más conciliación de clases, sino un estado
abiertamente puesto al servicio de la clase dominante.
La única
salida entonces es descontar a ése capitalismo y hacer otro, un capitalismo de
estado que construya los ferrocarriles, las autopistas y el resto de los
emprendimientos de infraestructura, pensando en un mercado interno ampliado, y
fnanciándose a sí mismo porque no queda más perro que la gata. Realizar un plan
económico a largo plazo que se apoye en la división de tareas intra-Mercosur.
Esto no es
fácil de realizar. Significa ni más ni menos que enfrentar al capitalismo.
Quizás signifique expropiar grandes ramas productivas. Una revolución podría
utilizar el poder del estado puesto en manos de los trabajadores, pero el
kirchnerismo no se propone tanto, y aunque se lo propusiera, obviamente es más
fácil decirlo que cumplirlo.
Hay, sin
embargo, un elemento todavía presente, y es la profundidad de la crisis
mundial. Es en el medio de esa crisis, que descalifica inmediatamente todo
retorno a la teoría neoliberal, que ése proyecto es posible, siempre y cuando
sepamos movilizar a las masas. Y eso se consigue con militancia, explicando
pacientemente la situación mundial y la salida que proponemos.
Y, ya que
estamos, además de juntar a los presidentes, hay que juntar al pueblo de todo
el Mercosur en la movilización. Los festejos de los bicentenarios de la
revolución fueron un ejemplo. Hay que profundizarlo y extenderlo.
[1] Nota para leninistas irredimibles. Es cierto
que L profetizó el quiebre del sistema capitalista por la rebelión de los
países subdesarrollados. Lo que no pudo evitar que la 3° Internacional
traicionase ése movimiento cuando se dio.
[2] Claro, seamos serios. La izquierda tiene un
discurso… y una praxis, que a veces se contrapone al discurso. De
pretendidamente antiimperialistas a ir a velarle las armas a Clarín el 6D del
2012, poniéndose del lado de quienes representan al imperialismo. (Altamira). O
ir en la lista con Juez en Córdoba, esas pequeñas incongruencias….
[3] Este artículo tiene un par de añitos, hace poco
lo dijo el Máximo. Hasta hoy día, le han tirado bosta a graneles, pero nadie se
ocupó de discutir la validez de ésta afirmación.
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