domingo, 19 de octubre de 2014


                                            El kirchnerismo

Creo que primero hay que dejar dicho que no hay una caracterización posible del Kirchnerismo si ésa caracterización pasa por definir un “modelo” acabado, y encuadrado en terminologías y estructuraciones previas. Al menos desde sí mismo, desde su interior.
Así, desde el exterior del proceso se lo clasifica como “populismo”, más bien desde la derecha, o como “bonapartista” desde la izquierda, y hasta desde el trotkysmo como “bonapartista sui géneris” sugiriendo una diferencia entre éste modelo y el bonapartista clásico.
Al no encontrar definiciones del modelo dadas desde el mismo, ni un encuadre político definido en las categorías asimilables (y asimiladas por los asimilados por el sistema) corre el riesgo de ser confundido en todo o en parte con las mismas confusiones que generó en su época el “modelo” peronista clásico, el proceso que transcurrió desde el ´45 al ´55.
Es más, su impronta, su devenir, durante el cual consigue ocupar el centro de la escena política, y ocupar desde ahí un peso gravitatorio determinante, (al extremo de que ha desaparecido la política como tal en el sector opositor, que ha terminado arrinconándose a sí mismo en un ejercicio mántrico de negación vocacional), tiene mucho más que ver con los disparatados pronósticos acerca de las “intenciones” del modelo que con las prácticas concretas del mismo.
Los otros días leí una frase que ejemplifica esto que digo: “los fascistas que acusan a éste gobierno de trosko, aplauden a los troskos cuando acusa a éste gobierno de facho”.
Una situación similar a la que produjo en su momento la Unión Democrática, y que nos obliga a intentar entender cuál es, realmente, el nexo entre el primer peronismo y el kirchnerismo.
Volviendo al principio, entonces, tendríamos que poder ver en los dos procesos un fundamental y fundante proceso de rebelión. Una resistencia a dejarse encuadrar en categorías ajenas, inventadas y poco útiles en la praxis, una negación obcecada (e inentendible desde afuera) de todas las ideologías, en tanto y en cuanto son (y en la no percepción de éste hecho, las izquierdas son doblemente culpables por omisión) como toda superestructura, una justificación de la dominación.


                                     Alpargatas sí, libros no!!!

Como todo país subdesarrollado, para utilizar “categorías” previas, éste es un país donde la realidad es analizada con categorías prestadas desde afuera. La ideología ocupa un papel preponderante por sobre la realidad.
Es triste, obviamente, ver que capitalistas que vieron duplicar el PBI en diez años, o zurdos que vieron disminuir a la mitad la mortalidad infantil, se quejen de una década perdida.
Se hace necesario resucitar el viejo espíritu del empirismo inglés, aquél que decía: “lo refuto así!” y pateaba una piedra. Pragmatismo, se llamaba.
Hay en los dos procesos, el primer peronismo y el k, una similar elección a favor del pragmatismo, de la negación de ideologías, que desconcierta al resto de los políticos. En los dos procesos, es sintomática la acusación de fascismo desde la izquierda y de izquierdismo desde la derecha.
En los dos, es posible notar las huellas de la “enajenación” que denunció Marx. Una asunción tal del discurso dominante que nos ciega a ver la realidad. Y por lo tanto nos impide constatar en la práctica qué es lo que realmente nos conviene, como sociedad.
                            

        
                              Un proceso recurrente, y recurrido

                             Un proceso remanidamente recorrido

Marx decía (y el primero en decir que se equivocaba fue Lenín) que solamente las sociedades capitalistas avanzadas podrían aspirar a llegar al socialismo. Marx no hacía predicciones, asentaba lo que le parecía que era, y definía tendencias.
No me voy a referir aquí a Lenín, y a su intento pretendidamente marxista de saltarse al marxismo y a desobedecerlo intentando construir un socialismo en un país casi feudal  de ínfimo orden de desarrollo capitalista.
Solamente quiero anotar que tanto a Marx como a Lenín se les pasó por alto una cosa. Desde el capitalismo en tiempos de Carlitos hasta ahora, ha surgido una cosita nueva. Los países que aún no sabían qué carajos era el capitalismo en 1848, ahora están desarrollándolo. [1]
De seguir las cosas como hasta ahora, en unas décadas EEuu y la CE habrán sido dejadas de lado como motor de la economía mundial capitalista. Algo que Carlitos no previó.
Es que aparte de estudiar los cártels y otros horrores posibles del desarrollo capitalista, ni a Lenín estudiando el imperialismo se le ocurrió que los países capitalistas periféricos podrían llegar alguna vez a cuestionar el orden imperial desde el desarrollo de su capitalismo.
Pero es que la reacción no tanto ideológica, sino pragmática, de los países de Latinoamérica ante el avance del Neoliberalismo, los pone en una situación tal que pueden, desde ahora, cuestionar al FMI, el Banco Mundial, y otras ridiculeces.
La verdadera fuerza del Kirchnerismo está en realidad, no tanto en la lucha de clases a nivel nacional, sino en la encarnación nacional de un movimiento supranacional de rebeldía.
Su verdadera fuerza está en la asunción de millones de trabajadores de toda Latinoamérica de que la lucha es justa, y necesaria.
No hay ningún otro partido en Argentina que tenga una respuesta a eso.
La ideología? Bien, gracias…[2]


Dado el ordenamiento mundial en que algunos países producen productos industriales y el resto solamente materia prima, la misma extensión del capitalismo (incluídas sus estrategias para bajar el costo del trabajo con la deslocalización migrando a la periferia  su producción industrial, que es algo así como una contradictio in adjetio) lo que consigue en realidad es mutar ésa situación primaria sobredeterminante (los países centrales produciendo industria, los periféricos materia prima) en otra en la cual la producción capitalista se ha transformado en un fenómeno global. (uno de los fenómenos poco mencionados de la globalización).
Desde el momento en que los países periféricos comienzan a poder producir productos industriales, hasta el momento en que se dan cuenta de que pueden independizarse de la sumisión previa, e intercambiar sus producciones primarias y coordinar entre sí sus producciones secundarias (fabriles) es que el centro sale sobrando. El intercambio Sur-Sur.
Ahí comienza la verdadera crisis final del imperialismo. Ahí es donde empieza la revolución. Quizás no sea todavía LA revolución, pero es un paso delante de los pueblos que preanuncia el sentido de LA…
Negri en sus confusos escritos plantea (obvio, confusamente) un nuevo centro descentralizado de poder. Colonizado como está, pobre, no alcanza a imaginar que la desaparición del centro es la negación más cabal de su famoso imperio.
Un ejemplo claro lo da Venezuela. Se ha escrito mucho sobre Chávez. (incluso yo he escrito más de una página al respecto). La verdadera dimensión de su figura es tan rebelde como él mismo, y no es susceptible de ser limitada a una sola foto. Como otros próceres latinoamericanos, como pasó con San Martín, Bolívar, Perón, Fidel o el Che Guevara, su verdadera dimensión está más bien en el futuro. En la revolución.
Pero Chávez es solamente aprehensible desde la fundación de la OLP. Lo que representa, finalmente, es la herencia de ése movimiento venezolano que supo (pudo) articular el primer trust en contra de los trust. En ése aspecto es típicamente venezolano, e inequívocamente bolivariano.
Tanto la fundación de la OLP como el asalto a Ban Ki Moon en la Onu por la epopeya de Morales con su avioncito, son parte de un proceso, el mismo que intenta describir  Negri sin entender realmente de qué se trata.
Dejemos de usar palabras raras y difíciles. Se están comiendo su propia medicina…
Esa actitud pragmática desorienta…
Por eso, la verdadera actitud política superadora del “populismo” imperante en Latinoamérica pasa por profundizar esa lucha, no por negarla y volverla atrás.
Esto nos deja en un lugar interesante. Una alternativa a la dirección actual latinoamericana, desde nuestro país, obviamente tiene el deber de definirse primero con respecto a ésa dirección latinoamericana.
Desde la derecha, la opción que tomarían es obvia. Volvemos a un Mercosur lavado y dedicado solamente al intercambio de productos, en donde se deja “en libertad” a sus países constituyentes de subrogar tratados de libre comercio con otros países o regiones (el Alca redivivo) y se desarma cualquier montaje tendiente a funcionar como bloque económico, político e ideológico alternativo ante el poder imperial.
Se va para atrás con Unasur, y se relaciona uno con Maduro, Correa y Morales como casi con una cierta dosis de vergüenza. Lo hemos visto antes, la Argentina como punta de lanza de un europeísmo que considera al resto de América Latina como una vergüenza olvidable.
Y desde la izquierda? En nombre de una futura Federación Socialista Latinoamericana se hace lo mismo que haría la derecha?



                            Los límites del Kirchnerismo y los límites del Unasur

El límite más duro es el que tiene que ver con su perduración. En el 2015 el proyecto se acaba, al menos se acaba la Cristina, dado que es imposible optar a la re-reelección. Cuando subió Illia a la presidencia, con el 20% de los votos, estaba claro que su asunción era posible solamente encaramado en la negación de más de la mitad del pueblo argentino, al que se le prohibía votar. Con el asunto de la re reelección se oculta el hecho innegable de que en la próxima elección, si fuera Cristina, se llevaría más del 50% de los votos. [3]
Cuando asuma el próximo presidente argentino, se dará probablemente una situación semejante.
Opuesta por el vértice a la de Illia.

A ver, nos enfrentaremos seguramente a una crisis de gobernabilidad.
Pero la de Illia, con ser tan parecida en los números con la asunción del Néstor, tiene en su genética esa cosa distinta. Cuando Néstor asumió, con similar porcentaje de votos, la crisis de gobernabilidad la tenía detrás. Cuando asumió Illia, la tenía detrás y también  adelante.
Volviendo a la caracterización zurda, era un intento de crear un bonapartismo, pero con un Bonaparte que se parecía tanto al original como Raskolnikov. O bueno, como el buenudo de Illia.
Se ha definido al peronismo clásico como un intento de crear un estado de “conciliación de clases”. Más allá de que es una manera distinta de decir que es un bonapartismo, en la medida en que podemos ver la diferencia entre las dos definiciones, es en la medida en que nos comenzamos a alejar de la caracterización marxista, según la cual un estado de conciliación de clases no puede existir.
Y ahí es donde empezamos a pisar terreno inexplorado. Volvamos a la definición de bonapartismo. Un estado bonapartista es fruto de un retroceso del poder del estado capitalista clásico. Al no poder, al no poder continuar con la opresión capitalista clásica, para evitar la revolución se genera éste tipo de estado, que se coloca a sí mismo como un súper poder, que ordena al mismo tiempo a los capitalistas y a los trabajadores, repartiendo la riqueza producida de una manera más equitativa, para contentar a los trabajadores y evitar que asalten el estado y se adueñen del poder, mientras garantiza a los capitalistas, sino una tasa de ganancia creciente, al menos la continuación del sistema, mientras el capitalismo acumula fuerzas y se repone de la derrota.
Permitiéndole con el paso del tiempo retornar al poder.
(Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia).

En pocas palabras, el estado bonapartista es un estado de excepción, una anomalía. Un estado de poca duración. O es derrotado por los trabajadores, y se hace la revolución, o es derrotado por los capitalistas, y se impone nuevamente el estado capitalista normal.
Desde esa óptica, es obvio que los zurdos están armando quilombo para voltear al estado y hacer la revolución, y la derecha está armando construcciones mediáticas, destituyentes y financieras para derrotarlo y volver a los ´90s.
Entonces qué hacemos? Cerramo el boliche y nos volvemo pa las casa´?

Volviendo al terreno inexplorado. Primero veamos qué pasó antes. Qué respuestas se dieron los distintos bonapartismos. En el ´17 en Rusia se consiguió hacer la revolución. Se destituyeron los restos del estado capitalista y se pretendió poner en su lugar un estado obrero.
Tuvimos algunos problemas con eso. En primer lugar, los obreros que tenían que dirigir la revolución murieron todos defendiéndolo en la guerra civil. Y los que quedaron vivos se encontraron con que les faltaba capital. Hicieron lo que pudieron, pobres, no es cuestión de ensañarse con su idealismo, pero… hicieron un capitalismo… de estado, que no tenía nada que ver con el socialismo. Cuando por fin se dio en el planeta la oportunidad de hacer la revolución, en el ´30, colaboraron activamente para frenarla, traicionándola.
En el fondo es chistoso, (si alguno puede ser tan desalmado de verle la gracia). El marxismo científico se fundó criticando al utópico, porque Fourier y demases hacían fábricas “amables” y cooperativas que mientras no consiguieran hacer la revolución a nivel del estado nacional no podían sobrevivir. Rusia consiguió el poder estatal, pero le pasó lo mismo.

Con la crisis del ´30, surgieron otros varios bonapartismos. Para ejemplificar en uno, vayamos con Roosevelt.
A ver, en 1930 había pasado mucha agua bajo el puente desde 1848. En el ´48 bastaba poner un galpón, un par de máquinas y poner a los obreros a hilar las 36 libras de algodón para ser capitalista.
En el ´30, para fabricar Ford T, hacía falta poner una acerera, hacer canales en los lagos para los barcos que traían el hierro y el carbón, poner adentro del galpón la correa Taylorista y la producción no era rentable si no se producían miles de unidades.
La solución “New Deal” de Roosevelt consistió en reconocer que tanta guita en inversión ameritaba subirle el sueldo a los obreros. Con esa guita los obreros podían comprarse los FordT, (500 dólares el auto, jaja) la cocina a gas, la heladera y después la
tele. Se llamó consumismo, y apenas se terminó la 2da guerra nos abocamos a eso.

Hoy volvemos a estar en crisis, como la del ´29 pero pior. Y ni revolución marxista ni New Deal aparecen a la vista.






                                         Los límites del sistema
              El fin de ciclo kirchnerista o el fin de ciclo capitalista?

Claro, volvamos entonces al principio. Si en algo se parece el primer peronismo al kirchnerismo es en postular ese estado de “conciliación de clases” pero con un signo opuesto al bonapartismo. El “modelo K” quiere definirse a sí mismo como un tipo de estado perdurable.
Eso es inédito desde lo teórico. Aún hoy. Su inediticidad está pesándole como una losa si lo vemos desde afuera. El buenudo ya no es Illia, es Massa. En vez de Lenín está Altamira.
No podemos verlo porque no podemos pensarlo.
Pero funciona.
Su entidad discutible desde lo teórico es indiscutible en la práctica. Qué otro modelo queremos? El colombiano? El chileno?
Quién va a ser nuestro próximo presidente? Massa o Altamira. Cuánto pueden llegar a durar?
Digo, si sube Massa lo voltea el pueblo, si sube Altamira lo voltea el imperio…



                          Reflexión final

                          Tamo´en el horno

Si el “modelo K” es bonapartista, es bonapartista desde una desaparición del estado. El famoso “que se vayan todos!!!”.
Si el “modelo K” aspira a ser modelo perdurable, primero tiene que generar una ideología que lo sustente, una epistemología. (ufa, ya sé, volvimos a las palabras raras).
Sería grave si no fuera que las epistemologías y las ideologías que lo enfrentan no son válidas.
La crisis que enfrentamos nos obliga otra vez a plantearnos una pregunta.
Volvemos a Lenín? Hacemos la revolución acá y nos olvidamos del resto? Volvemos a Menem y hacemos un capitalismo acá y matamos al resto?
Al fin y al cabo, tantos trabajadores no necesitamos ahora. El trabajo lo hacen los robots y demases máquinas. Los demás trabajadores salen sobrando…
Quién va a ser la voz de todos esos que sobran?

Y no es el único problema. El otro gran problema es que el capitalismo subdesarrollado y cipayo en toda latinoamérica no puede ver un modelo alternativo de desarrollo. Y no va a participar más que de la manera en que ha participado siempre, desde Caseros hasta ahora. Oponiéndose, boicoteándolo y tratando de voltearlo.
La razón ya la vimos, una vez que el estado es reconstruído de sus ruinas, quieren volver a subir y manejarlo a su antojo. Volver a poner el estado a cumplir la función que ya le adjudicó Marx. No más conciliación de clases, sino un estado abiertamente puesto al servicio de la clase dominante.
La única salida entonces es descontar a ése capitalismo y hacer otro, un capitalismo de estado que construya los ferrocarriles, las autopistas y el resto de los emprendimientos de infraestructura, pensando en un mercado interno ampliado, y fnanciándose a sí mismo porque no queda más perro que la gata. Realizar un plan económico a largo plazo que se apoye en la división de tareas intra-Mercosur.
Esto no es fácil de realizar. Significa ni más ni menos que enfrentar al capitalismo. Quizás signifique expropiar grandes ramas productivas. Una revolución podría utilizar el poder del estado puesto en manos de los trabajadores, pero el kirchnerismo no se propone tanto, y aunque se lo propusiera, obviamente es más fácil decirlo que cumplirlo.
Hay, sin embargo, un elemento todavía presente, y es la profundidad de la crisis mundial. Es en el medio de esa crisis, que descalifica inmediatamente todo retorno a la teoría neoliberal, que ése proyecto es posible, siempre y cuando sepamos movilizar a las masas. Y eso se consigue con militancia, explicando pacientemente la situación mundial y la salida que proponemos.
Y, ya que estamos, además de juntar a los presidentes, hay que juntar al pueblo de todo el Mercosur en la movilización. Los festejos de los bicentenarios de la revolución fueron un ejemplo. Hay que profundizarlo y extenderlo.





[1] Nota para leninistas irredimibles. Es cierto que L profetizó el quiebre del sistema capitalista por la rebelión de los países subdesarrollados. Lo que no pudo evitar que la 3° Internacional traicionase ése movimiento cuando se dio.
[2] Claro, seamos serios. La izquierda tiene un discurso… y una praxis, que a veces se contrapone al discurso. De pretendidamente antiimperialistas a ir a velarle las armas a Clarín el 6D del 2012, poniéndose del lado de quienes representan al imperialismo. (Altamira). O ir en la lista con Juez en Córdoba, esas pequeñas incongruencias….
[3] Este artículo tiene un par de añitos, hace poco lo dijo el Máximo. Hasta hoy día, le han tirado bosta a graneles, pero nadie se ocupó de discutir la validez de ésta afirmación.

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