domingo, 19 de octubre de 2014

Primero les quitaron a sus hijos. Cuando salieron a protestar, un ángel vino y las secuestró. Cuando volvieron a protestar, las trataron de locas.
Cuando terminó la dictadura, procesaron de mentirita a los asesinos de sus hijos. Cuando pidieron que aparecieran con vida sus hijos, les mintieron diciendo que estaban vivos en méxico y en españa.
Cuando indultaron a los asesinos, les negaron hasta la fe.
Hoy encontraron a sus hijos, en fosas comunes. Hoy encontraron a sus nietos, en familias que se parecían a fosas comunes.
No hay nada en éste país que se acerque ni siquiera a miles de kilómetros de la palabra dignidad, comparado con ellas. Las secuestraron, las asesinaron, las criticaron (las critican) las negaron (las niegan) pero ahí están todavía.
A pesar de la justicia, a pesar (a pecar) de la iglesia, a pesar de la política, a pesar de la prensa. A pesar de ése “sentido común” que Descartes creía tan democrático.
Les quitaron a sus hijos. Pero volvieron a parir. Nos alumbraron a todos un mañana.
Han parido, no sólo a nosotros, argentinos, sino al resto de la humanidad, sobre todo a la humanidad del futuro, un nuevo significado de la palabra madre.

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