miércoles, 11 de marzo de 2015


Quinta parte

 
                                                     El peronismo en el poder

 
Creo que hasta los últimos subtenientes de las Fuerzas Armadas en el ´43 creían que estaban restituyendo al pueblo lo que le habían quitado en el ´30.

Y qué le habían quitado? La dignidad.

Dignidad difícil de reconquistar, porque para los excluídos del poder, los milicos eran la dictadura, el giro a apoyar a Mussolini y a Hitler, los trasnochados de la situación internacional, la última hez de la tierra.

Obvio, los comisarios, los jueces y los diarios eran todos de la oligarquía.

Como los que marchaban en París cuando fue liberada, acá también marchaban cantando la Marsellesa. Y, ya que estábamos, también festejaban con champán francés los cacerolazos de aquélla época.

Si el golpe del ´43 no hubiera existido, hubiera subido al poder (político) un señor llamado Patrón Costas, cuya línea política se podía resumir en un sólo elemento: el látigo.

Ante tanta orfandad ideológica, un señor, un milico, casi desconocido en el ´30, casi ignoto en el ´43, desplegó con confianza creciente un sistema nuevo.

Usó la radio. Como Mussolini, como Hitler, como Lenín.

Pero, si bien hay que analizar a fondo cómo lo hicieron los antedichos, no hay teoría comunicacional moderna que consiga explicar el triunfo de Perón.

Hay que aclarar que solamente los ricos tenían por entonces radio.

Cómo su mensaje pudo atravesar las capas, los intersticios entre las capas sociales, y llegar a la gente?

Me hace acordar al Martín Fierro, que la gente analfabeta lo compraba, esperando que alguien en el futuro que llegara al rancho supiera leer...

Su mensaje caló hondo en la gente porque era un mensaje distinto. Después de décadas de dominio de la oligarquía, por fin la gente escuchó a alguien que hablaba como ellos.

Desde entonces hasta hoy, hay divergencias interpretativas.

Para algunos, se cagó el país. Para ésa gente, veníamos bien, (o sea, éllos estaban ganando bien) y la economía capitalista incipiente argentina se transformó en un cuasi socialismo que cagó todo.

Es chistoso, pero gente del Tea Party en EEUU o seguidores de Le Pen en Francia, tienen la misma opinión acerca de Roosevelt o De Gaulle.

Para otros, que se fijan no en sus ganancias, sino en cifras tales como el crecimiento del PBI, cantidad de hospitales o escuelas, ésa gilada insignificante que hoy se llama índice de Gini, fue un cambio importante.

Yo que soy profe de música, no dejo de fijarme en el cambio cultural.

Fue la época de oro del folklore. Los negritos que venían de Santiago y de Salta, gracias al sábado y domingo francos, se empezaron a juntar y reconstituyeron, ellos solitos, sin apoyo de nadie, un patrimonio cultural que hoy es NUESTRO folklore.

Así como Perón pareció Rosas reencarnado, así reencarnó nuestra música, nuestra cultura, nuestro élan desaparecido.

Les ENFERMA éso. Le habían quitado el alma a éste país y éste negrito incomprensible se la restauraba. Le hacía respiración artificial, la revivía.

Evita fue el acabóse.

 

Los ingleses lo cagaron mal. Nos cagaron mal.

La estúpida oligarquía, criada al amparo del imperialismo inglés, era incapaz de pensar la posibilidad de que el imperio inglés caería alguna vez.

Churchil sí podía.

Así que les vendimos un montón de carne y de trigo, durante la segunda guerra, que ellos jamás nos pagaron. Las deudas estaban en libras inglesas, la posguerra inglesa tuvo una inflación parecida a la de Alfonsín, no cobramos nada.

Y si bien Perón apostó al surgimiento de un capitalismo argentino, que debería haber surgido, éso no sucedió.

Ojo, aumentó el PBI. Pero no cambió la mentalidad.

Ni siquiera conseguimos diálogo. Mientras lo fue, fue un diálogo de sordos.

Se han escrito toneladas de textos sobre el fenómeno peronista. Faltó que bajaran los ovnis y también ellos opinaran. De ahí para abajo, todos opinaron. En favor y en contra, viendo tal aspecto o negándolo.

Pero detrás de tanta palabrería, insólitamente, no llegó a haber diálogo. No se pudo consensuar un modelo de país.

Se puede culpar al propio peronismo de tal cosa. Quizás tenga su parte de culpa. Pero la culpa la tuvimos todos.

 

A mí particularmente me resulta significativo al respecto un elemento. Después de la “Libertadora”, cuando se ocupó el Ministerio de Salud, en el que tan eficiente labor había desarrollado el prócer Ramon Carrillo, había IBM a tarjeta perforada con la historia clínica de millones de argentinos. Se las destruyó, las tarjetas y las computadoras.

Como después de Caseros, de ahí en adelante hubo fusilamientos, palos, proscripciones, persecuciones ideológicas y confusión.

Y otra vez entrega, ésta vez al imperialismo yanqui naciente, igualito que antes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario