miércoles, 11 de marzo de 2015


Sexta parte     

                                                   La dictadura
 

El fugaz retorno de Perón en los ’70 desembocó en el caos. Otra guerra civil parecía posible, como en el ’20 (del siglo anterior) y la respuesta preventiva fue la más negra época de nuestra historia.

Se puso al Estado Argentino al servicio del capital extranjero y sus Fuerzas Armadas a cometer un genocidio inédito.
Los milicos argentinos citan a San Martín para proceder como Mitre.

Pero Mitre, al menos, tuvo el pudor de poner a un general extranjero cuando mandó al ejército a exterminar las montoneras del interior.

Esta vez, el “proceso” fue manejado por generales argentinos, y que hasta tuvieron la desverguenza de reinvindicarse patriotas por cumplir tareas que a los gurkas les hubiera repugnado realizar en la India.

Esta vez ni siquiera fue un diálogo de sordos. Se asesinó, se expulsó, se calló y se prohibió al pueblo argentino hablar, pensar, aprender, enseñar.

Perdón por fijarme de nuevo en la música, pero, mal que le pese a la parábola del elefante, estoy convencido de que cuando diferentes personas miran una misma cosa, por más ángulos distintos que adopten lo que describan seguirá siendo la misma cosa.

Se prohibió el cuarteto, se exiliaron Yupanqui y la Mecha, la gente dejó de escuchar música argentina y los Bee Gees y la disco estupidizaron en inglés la mente de millones de jóvenes que NS-NC.

Sería injusto olvidarme en éste pasaje el papel que cumplieron Charly y León. Aunque en el ’73 nadie habría dicho que representaban “la” cultura argentina, la debacle de la dictadura y la desaparición de toda alternativa, los hizo ocupar un espacio que fue inconmensurable, al menos si se lo piensa como alternativa a la insania.

No, no hubo diálogo, no hubo modelo de país. Sólo hubo sangre, locura y muerte. Y, por supuesto, algunos vivos que se volvieron a llenar de plata, como en la década infame.

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